jueves, 6 de enero de 2011

ese bollito / plan de evacuación

Acá lluvia. Los últimos días no hicieron más que reiterar lo efímero del verano. Y entonces no hay más que releer las instrucciones, el método caprichoso para ordenadamente, evacuar la angustia.
I)
Entonces, primero rastrearla escondida entre todo este zafarrancho. Hábil y cuidadosa se mezcla con el resto de los pobladores de la tierra sentida. Y a veces como si una pena pasajera. Otras como acostumbramiento medio mudo. Pero yo ya sé, que cuando ahí veo ese bollito amargo que no sabe de origenes, o más bien los esconde, los magulla; que ahí cuando parece que todo vale todo, ahí anda la angustia furiosa. Se le oyen los respiros cerca. Ahí, esa ha de ser.
II)
Y entonces tomarla con delicadeza, con días de cautela y premeditación. Y cazarla en el viento y empezar a desarmarla, desactivar su pesadez. Amanecerla todas las veces posible, buscarles los agujeros y sacar las palabras que apresa.
III)
Y hallar tu nombre, el miedo, el descuido, el invierno y su frío. Lo ido y lo vuelto. Los puentes que voy tejiendo, todos enredados. Medios podridos.
IV)
Una a una evacuar todas las palabras, que medio muertas van saliendo de la asfixia. Y verlas ahí, tendidas en el pastito dando pena. Dando pena yo.
Para entonces, lo peor ya habría de haber pasado.

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